Monday, December 11, 2006

la semana en que el mundo animal se vino en mi contra

Todo empezó con un murciélago y terminó con los pelos de un venado pegados a la linterna rota de mi coche y una mancha sobre el parabrisas. Hace un par de semanas bajé al sótano de mi casa para lavar la ropa. Me econtré con un murciélago, hangueando en la pared. Lo miré un rato, pensando si debería salir corriendo de la casa gritando, o si debería tomar todo con calma. Después de subir corriendo por las escaleras y antes de ponerme a gritar, me acordé de que no me serviría nada ya que vivo sólo y los vecinos pensarían mal de mí si saliera a la calle pidiendo auxilio. Debatí la idea de cerrar el sótano y dejar de lavar allá abajo para siempre. Pero ya tenía ropa en la lavadora y la verdad era que me daba pena perderla.

Así que le llamé a un amigo para ver si tenía algo para atrapar la bestia del sótano. Le hablé con toda la calma que pude reunir para explicarle, como si no pasara nada, que tenía un lígero problema en el sótano: un murciélago. Lo que le quería decir era: ¡VENTE CARAJO, VENTE PRONTO PORQUE TENGO UN PINCHE VAMPIRO EN MI BASEMENT!

Me recomendó una toalla para echarlo encima del monstruo y luego sacarlo afuera.

Vale. Una toalla.

Llamé también a la dueña de la casa para ver si ella tenía alguna idea mejor: lo que quería era que vinieran los dueños para sacar la cosa.

No hubo otra recomendación.

Pensé en lo de la toalla y decidí que no tenía ninguna que quería usar para atrapar un murciélago. Pensé también en algo más grande. Una cobija. Una lona.

Bajé al sótano y busqué por una caja. Con calma y sin cerrar los ojos --pensé en mi tío que había sido entrenador de softball, keep your eyes on the ball; pero claro siempre los cerraba cuando veía la pelota acercarse-- pude atrapar la bestia en la caja.

Y me di cuenta de que la caja estaba abierta por debajo.

Pusé un pedazo de madera encima de la caja.

Volví a lavar la ropa, intentando no escuchar los gritos del monstruo. Hasta que pensé que quizá estaba llamando a sus hermanos. Fui a la puerta del sótano que da al back yard de la casa. Había mucho agua estancada por un mal drenaje y me puse a quitarla. Después de limpiar todo, estaba listo.

Me puse unos guantes gruesos y fui a sacar la caja. Pensé en mis opciones. Podría llevarla a casa de mi amigo y dejarla como regalo. Pero no me daban ganas de andar en m bici por el pueblo con una caja con un murciélago encabronado por dentro. Me fui hasta el fondo del patio, al lado de un arból grande que tengo y cerca de las yardas de tres de mis vecinos. Pensé que la bestia o optaría por meterse al árbol o se iría rápido a la casa de uno de los vecinos.

Antes de abrirla pensé si debería marear el monstruo de la caja. Pero no lo hice. Abrí la caja y me eché atrás mientras salió el murciélago. Saltó a la mesa del patio y se puso a pensar en sus opciones. Abrió las alas y saltó al aire. Se fue directo a mi casa y se metió por un agujero debajo del techo.



Comenté a amigos que mi casa parecía caricatura de Disney. Tengo una marmota que vive debajo de la casa y a veces lo veo caminar por el porche, su cuerpo gordo avanzando hacia los arbustos. Hay muchas ardillas que corren corren corren por la yarda. He visto conejitos en el patio. Hay muchos pájaros. Una mañana vi un tlacuache (oposum) caminando por el patio, sus dientes afilados y su larga cola avanzando por el grama. Ahora tengo un murciélago en el ático.



Casi una semana después del murciélago en la caja estuve de regreso de un viaje a cenar en un pueblo a una hora de aquí. Andaba con varios amigos. Ibamos por una carretera solitaria entre los serros y los campos de maíz y huertos de manzana. Un amigo peruano contaba historias de la época del terrorismo y los muertos que siempre se encontraba. Era una noche helada, con un poco de lluvia. En un momento cuando nos contó de encontrar un cuerpo descabezado saltó algo de los huertos. Un venado. Cuando un venado salta frente un coche, todo el mundo dice que no hay que esquivarlo, hay que pegarlo. Al esquivar se podría chocar con algún arbol o otra cosa. Casi no chocamos contra el ciervo, lo agarramos por detrás y sentimos el golpe y luego una mancha que de algo que pegó contra el parabrisa.

Paramos para ver el daño. Una de las linternas estaba rota y el tope dañado. Como era de noche no quisé ver lo que había caído encima del parabrisa. El coche todavía se podía manejar y regresamos, lentamente, al pueblo bajo la lluvia que empezó a caer. La lluvia limpio el parabrisa y cuando llegué a casa ya no había mancha.

A la mañana siguiente investigué más y me di cuenta de que no había sido sangre.

Le quitamos un poco de relleno al venado.







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2 comments:

Unknown said...

time for an update, pocho.

Neil said...

Usted tiene, una carte, como puerco?

:)

Hope all is well with your crazy self!